
Dicen que lo único que realmente posee el ser humano a lo largo de toda su vida, es el instinto.
Todos nacemos con él, y es el único sentimiento que no se puede comprar ni vender.
Algunos lo llaman intuición, otros corazonada, pocos prefieren considerarlo un impulso, y la mayoría lo confunde con una necesidad.
Para mí, es pura rutina, un sexto sentido terriblemente agudizado, la voz de mi subconsciente, quien mantiene la cordura en mi mente, y fortalece mi corazón.
Me muevo por instinto, y por él, he aprendido a vivir. A satisfacer mis necesidades más básicas como animal, y las más extremas como hija, hermana, amiga y amante.
En estas fechas, cuando la cabeza se satura de lugares y momentos atrapados en el pasado, y el corazón late irregular, por ansia y temor, y el alma huye despavorida lejos de las mismas decepciones de cada Navidad, me toca aferrarme a él para sobrevivir a la nostalgia, a la melancolía, a las ausencias, a la hipocresía de estos días, y a una parte de mí, que se niega a perder la ilusión y la fe anclados en el recuerdo de un ayer mejor.
Así que, mientras empiezo con mi ritual de hibernación emocional, procuro rodearme de los míos con el instinto de dejarme querer.
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2 comentarios:
Vaya!
Me esperaba un vídeo de Instinto Básico o algo así! jajaja
Feliz hibernación.
SI quieres, ya sabes que puedes hibernar aki...
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